El pasado miércoles, el presidente del Consejo de la Información de Cataluña, Roger Jiménez, intervino a petición de Les Veus de la República en un interesante debate sobre medios de comunicación y corrupción, que contó con la presencia del periodista y profesor universitario Sergio Picazo y moderado por Mónica Beneyto.

El debate, que tuvo lugar en la Casa Orlandai, dejó patente que nos encontramos ante un cambio global de la comunicación, de una importancia muy superior a la de la invención de la imprenta por Gutenberg, y similar al de la alfabetización. Un cambio mucho más rápido y de consecuencias más severas e impredecibles que conlleva una crisis enormemente seria del periodismo de calidad, tan seria que podría acabar con él. La irrupción de Internet ha descolocado al periodismo tradicional, que se ha adentrado en un mundo donde nadie sabe nada de lo que pasará, en un momento de “prueba y error” que ya dura decenios. El caso es que no hay modelo de negocio ni de profesión.

La nueva era digital ha motivado que el lugar preferente y privilegiado que ha ocupado la prensa a lo largo de siglos como generadora de opinión haya desaparecido y que se produzcan cambios a una velocidad tan extraordinaria y que afectan de tal modo a la profesión periodística que obliga a replantearse la. Los cambios en el sector, la crisis económica, la caída de la publicidad y la precarización profesional han contribuido a la decadencia del oficio, a la autocensura, y a perder de vista que una buena información debe tener la misma consideración social que los derechos a la salud, la educación o la vivienda. La salida de este laberinto pasa por añadir valor a la información con el análisis y la interpretación así como un periodismo de investigación solvente para otorgar fiabilidad a las noticias con criterio y en un contexto.

El presidente del CIC aprovechó también su intervención para hablar de la tarea que realiza el Consejo de la Información, como órgano dedicado a velar por la ética periodística en Cataluña, y para pedir la activa colaboración del público en aportar quejas sobre los medios, en línea con la necesidad de que la prensa tenga la misma consideración social que una buena sanidad, una educación de calidad, un lugar de empleo o una vivienda digna.